Siempre hacia adelante

Siempre hacia adelante. Casi parecería el título de alguna canción, o quizá de un libro cutre de autoayuda de esos que adornan las estanterías de las librerías o incluso las cajas de los supermercados, pero qué verdad es. El tiempo pasa, y nosotros avanzamos con él, irremisiblemente. Siempre hacia adelante, acumulando vivencias y sumando años al calendario. Siempre hacia adelante, aunque a veces preferiríamos que algunas etapas no pasaran tan deprisa.
Parece que fuera ayer cuando aquel 17 de octubre de 2005, con la maleta llena de ilusiones, miedos, incertidumbres y algo de ropa, llegué a la escuela de la Fundación ONCE del Perro Guía, en Madrid. Parece que fuera ayer cuando llegaste a mi habitación, con aquel repiqueteo de patitas, esa cola en movimiento perpetuo, y esa lengua áspera que se afanaba en intentar lamerme las manos y la cara a la menor oportunidad.
Me hubiera gustado poder saber qué pensabas en aquel momento, si de algún modo te preguntabas qué demonios te depararía el futuro después de aquel nuevo cambio de rutina en tu vida, bastante intensa casi desde que naciste. Primero en la escuela, luego un año con una familia que sin duda te cuidó y te quiso como a la que más, luego otra vez en la escuela, donde aprendiste a ser la mejor guía del mundo... y de repente, otro cambio más, conociendo a aquel humano que olía a nervios y a emoción contenida.
Han pasado más de ocho años, en los que hemos vivido miles de experiencias inolvidables. Ocho años en los que has estado junto a mí casi las veinticuatro horas del día. Ocho años en los que has pasado por tres ciudades y cinco casas, siempre acompañándome, y dando lo mejor de ti cuando te he necesitado.
Siempre he dicho que cuando me fui a Madrid, habría sido mucho más duro si no hubieras estado conmigo. Por la seguridad que me daba tenerte a mi lado, fui capaz de enfrentarme a tantas cosas desconocidas, y patearme tantas calles y tantos cruces, sabiendo que con tus ojillos vivaces y con ese carácter resuelto que siempre has tenido, no importaba mucho si nos perdíamos, porque sabía que si estabas ahí, al final encontraríamos el camino correcto.
Ocho años después, y pese a esa gran parte egoísta que me impulsaba a no tomar la decisión, te has convertido en una perrilla jubilada, favorita de casa de mis padres y mimada a más no poder. Y sé que, aunque te eche tela de menos, y a veces se me salte una lagrimilla cuando veo por casa tu colchón vacío, es lo mejor que podría haber hecho, ¡que ya estaba bien tantos años aguantándome a mí!
Y ahora, ocho años después de nuestro primer encuentro, el ciclo se repite, y otra vez me veo aquí, sentado en un tren camino a Madrid (aunque desde el norte en lugar de desde el sur), con la maleta llena de ilusiones, incertidumbres y algo más de experiencia. Otra vez a buscar a un peludo que me aguante como tantos años me has aguantado tú. Y aunque sé que comparar es odioso, es innegable que para mí has sido una guía y una compañera de andanzas excepcional, y que has dejado el listón bien alto para el siguiente.
Así que Mery, a ti va dedicado este post, esta especie de carta que, como no puedes leer ni entender, te traduciré en forma de caricias y achuchones cuando vaya por Málaga a veros a todos. Hasta entonces, sigue haciendo lo que mis papis y ahora tus dueños te permitan, que conociéndolos, será mucho ;).
Gracias por todo, chiquitilla peluda. ¡Te quiero!

5 comentarios

  1. Hola: entiendo y comprendo el post. Cuando te dan el perrito piensas que tienes una vida por delante con él y por Dios ya estoy pensando casi en el tercero. Se les quiere tanto…..
    Espero que te vaya igual de bien con tu segundo que con tu primera y que ella sea muy feliz jubilada. Se lo merece.
    Mucha suerte!

  2. Hola! conozco a Mery desde 2007 pero hasta finales de 2009 no empezamos a convivir los 4 como una gran familia medio peluda jeje. Tú Juanjo, yo, Mery y mi Bella.
    Hemos vivido muchas cosas juntos, muy buenas experiencias, muchas risas y algún pique típico de perros ya que Mery tiene un genio dominante y tuvimos que ponerla algo firme para que no vacilara a Bella, ya que aunque sé que es algo natural, no podía evitar el defender a Bella al verla tan sumisa. tonterías de humanizarlos pero que yo soy incapaz de no hacer, almenos un poco.
    Mery, has sido y eres la lengua más veloz del oeste, siempre dispuesta a regalarnos alguno de tus lametones, con esos movimientos incesantes de cola y con ese toque de guardiana que siempre que oías algún ruido que no te convencía o cuando llamaban al timbre no dudabas en echar unos cuantos guaus para advertirnos o darnos un susto! aunque el susto te lo llevabas tú también porque tus guaus sonaban a «que pasa! me acaban de despertar»
    Has sido una guía excepcional para Juanjo, resuelta pero también obediente y sobretodo eres una gran perra para todos los que te conocemos.
    Ahora, después de todos estos años de disfrutarte y de disfrutar tú de nosotros y tu trabajo, te toca un merecido descanso, como digo en plan de coña, te toca la jubilación dorada de los británicos y alemanes! ni más ni menos que en la costa del sol, rodeada también de gente que te adora y que te cuida espectacularmente bien.
    Meryflor, te mando un gran achuchón, besotes y sí, cuando nos veamos prontito portierras sureñas dejaré que me pegues unos cuantos lametones.
    Te quiere, tu madre no peluda.

  3. Hola y enhorabuena por tu nuevo peludo.

    Ni se te ocurra compararlos, generalmente casi todo el mundo compara su segundo perro al primero y siempre sale a peor, no lo compares, es otro perro y no es Mary.

  4. Pedazo de post, sí señor. No tengo peludo guía pero sí una perrita que teóricamente es de mi hija pero que me tiene absolutamente enamorado. Sé que no es comparable, pero creo que desde que Saida está en casa, entiendo mucho mejor posts como éste, sobre todo si está tan bien escrito!

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.