¿A qué huelen los recuerdos?

Hace algunos días, publiqué un tweet en twitter hablando del olor a navidad, y mi amigo @joanrabat, me respondió diciéndome: Ya veo que no soy el único que asocia olores con épocas del año. Y me puse a pensar. Y me sorprendí sonriendo y acordándome de la cantidad de olores y asociaciones que guardo en mi cabeza. E intentando sacarlas todas a la superficie de mi caótico revoltijo de ideas y de recuerdos, descubrí lo importante que es para mi el olfato, y la cantidad de cosas que asocio a este sentido. Seguro que muchas veces habré pensado esto mismo, pero como para algunas cosas tengo memoria de pez de colores, a veces redescubro cosas y me sorprendo de ellas una y otra vez como un niño pequeño.

Olor a casa, indescriptible. Cuando desde bien pequeño llegaba a casa, sin saber describir ese olor que percibía, y ni tan siquiera de dónde emanaba, sabía que era el olor a casa, a mi casa, un buen olor, a recuerdos felices; y tenía la certeza de que si me trasladara mágicamente allí, sin otra percepción que la de esa nariz mocosa pero tan útil que tengo, sabría inmediatamente que estaba en ella. Y es que cada casa tiene un olor particular. Supongo que es como el coche de alguien, un trocito de espacio en el que las vivencias, las costumbres y los quehaceres de las personas que lo habitan con frecuencia, dejan su huella. Y todas las casas y todos los coches, acaban, con el tiempo, teniendo un olor característico.

Y ese olor particular, esa indescriptible huella olfativa, siempre está presente, aunque por encima se superpongan otros olores que lo tapen: a ambientador, a perfumes, a comida... y cuando entro a una casa, inconscientemente siempre capto ese olor, que va acompañado de sensaciones más o menos agradables. Hay casas con olores dulces, picantes pero agradables, picantes pero amargos, olores salados y simpáticos, olores acres, tristes, opresivos, insistentes, olores esquivos, olores viejos, olores penetrantes.... olores indescriptibles, que para describirlos, no nos queda otra que asociarlos a olores muy concretos y conocidos por todos para hacernos entender.

Y con los olores, se crean asociaciones curiosas. A veces, en momentos importantes de nuestra vida, recordamos el momento y nos viene a la cabeza ese olor que les acompañó. Hace casi dos décadas, por ejemplo, cuando tenía siete u ocho años, me encantaban las estaciones de tren. Era como un punto de partida hacia otros lugares interesantes que explorar, aunque más que el destino en sí, me gustaba imaginarme ese viaje en tren, el movimiento, el vagón, la novedad de viajar de aquel modo. Y durante mucho tiempo, porque en las cercanías de la antigua RENFE de Málaga siempre olía así, asocié las estaciones de tren con un olor dulzón muy particular, que curiosamente, hasta hace poco más de cinco o seis años, no descubrí que era el olor de los gofres recién hechos. Así que ahí estaba yo, en mitad de la calle, me llegaba un atisbo de ese olor, y automáticamente pensaba en viajes, en una estación, y en un tren viajando a toda velocidad por paisajes nunca vistos.
O el olor a casa de mi abuela, otro olor que asocié siempre a buenos recuerdos: recuerdos de noches hablando con mi hermana y con mis primos, a travesuras y a juegos inocentes. Un olor que, cuando mi abuela se mudó a otra casa, se llevó con ella de forma mágica y misteriosa, y ahora reside en la nueva, para hacerme sonreír cuando entro y pienso en los momentos pasados en aquella otra casa, hace ya tantos años.

¿Y los olores a épocas del año? A césped recién cortado, a sal marina y a arena caliente, que siempre asocio al verano. Olor a campo en flor, que siempre me recuerda a las primaveras en el campo que teníamos cerca de Almogía y en el que también pasé tiempos tan felices... Y olor a tierra mojada y a humo de leña, que me recuerda a los inviernos fríos y a la navidad, y que dio origen a la idea de este post, cuyo título, muy acertadamente a mi parecer, me sugirió @amaterasu_n.

Los olores, tan difíciles de describir. Reflexionando, diría que el sabor y los olores, son dos cosas imposibles de transmitir a otros de forma veraz, si no es llevándoles a la fuente de dicho olor, o dándoles a probar lo que nos produjo cierto sabor. La imagen y el sonido se pueden almacenar para poder volver a reproducirse después (las fotografías, los cuadros, las películas...). El tacto de algo se puede describir con adjetivos como rugoso, liso, aterciopelado, frío, cálido... Pero. ¿Y el olor? Hace tiempo, allá por el 2001, leí una noticia en la que unos científicos californianos prometían sacar una impresora capaz de, utilizando olores primarios, sintetizar olores más complejos. Sin embargo, no volví a oír hablar de aquello hasta este año, donde esta vez, científicos japoneses, prometían más o menos lo mismo, pero ahora reconociendo que aquello de mezclar olores primarios, como en los colores, no funciona. La ciencia avanza, y muy rápido... pero dejadme que esta vez sea más bien escéptico. El día que mi ordenador sea capaz de sintetizarme el olor de la RENFE o de la casa de mi abuela, entonces hablaremos.

¿Y tú? ¿Qué olores te recuerdan a situaciones o épocas determinadas? ¿Cómo describirías ese olor tan particular que, al olerlo, abre la puerta a esos recuerdos o a esas sensaciones dormidas hasta entonces?

14 comentarios

  1. Genial! me encanta este post porque es un tema que he hablado multitud de veces con multitud de gente, y es algo muy recurrente escuchar: «uy! este olor me recuerda a…»
    A mí personalmente el olor que me hace pensar en la navidad es de las mandarinas, en mi casa en cuanto mi madre las compraba, significaba que se acercaban las fiestas, a parte al cagatió, un tronco con barretina típico de catalunya que caga regalos, le dábamos decomer mandarinas jeje.
    Se habla en el post de distintos tipos de olores, ¡qué opináis del de los hospitales? a mí es de los olores que más mal me sientan, y el de unas flores en particular, no sé si son los liliums, que no puedo evitar que me recuerden a los tanatorios ya que las he olido en las coronas funerarias.
    Luego están los olores personales, aún recuerdo a una amiga mía que alucinaba cuando le dije un día en la estación de cercanías…: «Oye, he olido a Esther» y mi amiga se giró y… ¡voilá! allí estaba ella (sonrisa) y es que igual que los lugares, cada persona tenemos un olor o una esencia en concreto, y digo esencia porque a mí me encanta cambiar de perfume, pero eso no quita que tenga mi olor particular.

  2. Muy buen post, amigo mío. Y es que el tema de los olores puede dar mucho de sí y muchos ríos de tinta en páginas en blanco. Hablando de páginas, me encanta el olor de un periódico recién impreso, ese olor característico de la tinta sobre el papel, o por que no, el de un libro antiguo, que guarda quizá la esencia de su longeva vida en la estantería de alguna biblioteca.
    En mi caso, el olor a Navidad lo identifico con el olor a dulces o turrones, ya que en casa siempre tenemos la costumbre de tener una bandeja sobre la mesa del salón con diversos dulces, que hacen que al pasar cerca, se te vaya la mano para coger uno de ellos.
    Podría seguir y seguir explicando olores, pero se haría muy largo y pesado. Acabaré diciendo, que el olor que más me desagrada es el del metro de madrid, sobre todo en algunas estaciones.
    Un abrazo niño, y sigue escribiendo!

  3. Hablando de libros! a mí me encanta enterrar la nariz en un libro recién comprado o una revista, con los libros del cole de mis compañeros no me cansaba de hacerlo jajaja.
    Otro olor que me chifla es el de las cerillas en cuanto se prenden, a parte claro de olores que Kastwey ya ha puesto en su blog.
    Como dice Alberto, este post puede dar muuucho de si y saturarse de comentarios, almenos para mí, el mundo de los olores es muy importante y al cuál le presto mucha atención.
    Nadie se animará a hablar de algunos maravillosos olores cuando vamos en bus o metro de cierta gente? (sonrisa) son como para bajarse en la siguiente parada aunque te queden 20 para llegar a tu destino!

  4. 10 puntos, tío. Te lo has currado un montón y me encanta!!!
    El tema de los Olores y sus asociaciones es uno de esos que inconscientemente se tocan muchas veces, pero muy poca gente se ha parado a hablar detenidamente de ello. Efectivamente, todos asociamos olores determinados a algunos momentos o lugares, a veces incluso olores que, como bien dices, son imposibles de describir debido a que son una mezcla de varias cosas. En mi caso hay olores que los conservo en mi mente de cuando era pequeño tan claros como si los estuviera oliendo ahora mismo: el olor a papel de diario, leña ardiendo en el hogar y verduras recién cogidas del huerto que había en la casa de campo de mi abuela paterna, o el olor a estufa de butano, casa antigua y comida en la cocina que había en la de mi abuela materna… Olores que cuando se mudaron no pudieron conservar en sus casas nuevas por los motivos que fueran. Supongo que de ahí viene lo de que el olor a estufa de butano me guste y me relaje, en cambio cuando le digo eso a otra gente saltan siempre con el tema de que el butano contamina, que no es bueno, etc etc. No será bueno para algunas cosas, pero para otras, sí.
    Otro olor que me chifla, es el de las tiendas de discos: ese olor a cartón, el olor tan característico que hacen las pilas y pilas de discos cuando te pones a removerlas buscando ese disco que esperas encontrar.
    Y respecto a olores indescriptibles, precisamente es lo que me ocurre con el olor de navidad y el del verano: soy incapaz de describirlos, imagino que son una mezcla de varias cosas pero me es imposible recordar identificar qué olores componen esa mezcla.
    Ah y por cierto, el olor a fiesta mayor, ese es inolvidable: el clásico olor a algodón de azúcar, churrería, caballitos etc etc….
    Por último, en referéncia a los olores de las personas, sí es cierto que cada uno tiene su esencia, aunque si uno cambia de perfume, de jabón de ducha y todo lo que le da ese aroma, el olor puede ser totalmente diferente.
    Y paro, que me alargaría horas y horas escribiendo sobre el tema, pero resumiendo, el post es excelente y puede dar muchísimo de que hablar, gracias por publicarlo y abrir el tema!

  5. Aims! qué tema tan bonito el de los holores y cuanto me ha recordado a mis veraneos con mi abuela materna.
    Ese holor a periódico impreso que tan bien te sitúa en un kiosco y que cuando yo vivía en casa de mi madre, me situaba en un kiosco cercano en el que compraba esos riicos triángulos de crema.
    Pero ciertamente, el holor que más me ha hecho recordar este post, era el de casa de mi abuela.
    Era tan peculiar, además de que bueno. Si me pusiera a analizar, acabaría incluso hablando del savor de las comidas.
    Comparto el holor tan característico de las estufas de butano.
    Yo lo intento conservar, tengo una! y como esas estufas o las de leña, (holor que también me encanta) pocas calientan.
    Tantas cosas diría yo de los holores….
    El holor de una ciudad, hos parecerá a lo mejor a alguien una gilipollez, pero como cambia el holor de una ciudad a otra!
    En fin.
    Post brutal, que se puede estirar y estirar y así espero que sea.
    Un abrazo amigo Kastwey.

  6. Me alegra que haya gente a la que ocurre lo que a mi ,la relacion de los olores con situaciones y personas siempre han estado presentes en mi vida. Tendria infinidad de ejemplos para contar, pero me quedo con las sensaciones que experimento cuando mi pituitaria se activa, es increible, pero consciente o inconscientemente, mi mente viaja en el tiempo y recorre escenas vividas que si no fuese por el olfato, quizas hubiese olvidado haberlas vivido. Soy capaz de recrear, casi de manera exacta, momentos de mi vida en cualquier escenario al que me lleve mi queridisimo olfato. La gente siempre alaba mi buena memoria, pero yo se que sin mi buen olfato, habria perdido por el camino muchisimas cosas… Veo que todos coincidimos en recordar nuestra infancia, tan llena de olores y recuerdos, quizas porque todo eso que describimos lo estamos perdiendo, el olor a casa de nuestros abuelos, el olor a pueblo, el olor a invierno, el olor a la comida casera, el olor de las personas, simplemente esta desapareciendo y no queremos olvidarlo para siempre, por eso, por si la memoria nos falla, queremos retenerlo para siempre dentro de nosotros, y las fotos no valen, nos suelen crear tristeza, sin embargo, los olores concentran la parte bonita de lo vivido y con eso es lo que me gusta quedarme.

  7. Hermosamente nostálgico… Con cada situación que has descrito me has trasladado al lugar en concreto y me has llenado la cabeza de buenísimos recuerdos, que tuve la suerte de compartir contigo.
    Recuerdo nuestras conversaciones al salir del ascensor en nuestra planta: sabíamos exactamente qué vecino había abierto su puerta por el olor que reinaba en el descansillo. Yo nunca fui capaz de oler nuestra propia casa. Supongo que su aroma estaba tan dentro de mi ser que mi pituitaria ya no lo procesaba.
    Me siento completamente identificada con el comentario de Amaterasu respecto al olor de los libros nuevos. Siempre he dicho que hubiese sido super feliz trabajando en una papelería: su olor a libros, a gomas… mmmm.
    Es muy curioso cómo el mismo olor puede despertar sensaciones tan diferentes en dos personas. Cuando de pequeña hacíamos un viaje en tren, tenía un pellizco en el estómago, producto de los nervios y la emoción. Aún hoy cuando me adentro en las galerías de un Cercanías (algo que hago muy rara vez), automáticamente vuelve a mí ese pellizco; porque sí, por las buenas. Y es que la nariz y el cerebro se entienden y se conocen muy muy bien…
    Ahora, por suerte y por desgracia, mi sentido del olfato tiene «super poderes». El embarazo hace que mi nariz perciba la más mínima partícula susceptible de ser olida. Algunas simplemente gustan o molestan, otras en cambio son el billete para el recuerdo.

  8. Vaya, ¿por qué será que todos tenemos en nuestra infancia la raíz del olor más atractivo? Quizá, como apuntabaHelen, sea porque son los olores que se han perdido o se están perdiendo.
    Y es que, al hilo de tu referencia a las estaciones de tren, yo siempre asocié el olor de las castañas asadas con la estación de Atocha. Cuando yo era pequeña, de 8 o 9 años, cuando mi abuela iba a la capital a resolver algún asunto, al salir de la estación de su mano, lo primero que saltaba a mi nariz era el aroma del puesto de castañas que había en la puerta…, y claro, toda la mañana con el cartucho en la mano pelando castañas.
    En fin, tema extenso para un comentario, así que lo desarrollaremos entre todos.

  9. Hola. bonito post. el olor que más me recuerda a la navidad es el del puesto de castañas asadas que ponían y ponen en la avenida de Barcelona. No es que me maten especialmente pero en cuanto lo ponen allí voy yo a comprar pq me recuerdan muchísimo a mi infancia.
    De esa infancia recuerdo cuando íbamos de veraneo la casa que mi tío tenía en el camppo. El criaba gallinas vacas y demas y se metía el olor en la habitación no se pq razón más por la noche que por el día. Sigo bebienndo aquella leche que algunos conoceréis como covap aunque claro no se parece mucho a la leche recién ordeñada como la tomaba yo entonces.
    En fin que lo habéeis dicho casi todo vosotros poco más me queda a mi que no sea felicitarte.

  10. Es placentero pararse a pensar en las distintas asociaciones que cada uno hace con lo que puede recoger del entorno donde se produce ese momento. Para unos lo húmedo, para otros el cariño. Es la alegría la que predomina en los recuerdos pues bien hace nuestro cerebro en apartar en cierta manera lo que menos nos gusta.
    Un buen paseo entre los recuerdos almacenados.

    Sonrisas agradecidas.

  11. Cuántos olorores, tantos recuerdos…
    Ya sabes, a mí me huelen hasta las noticias…
    Pero quisira compartir contigo olores que me transportan directamente a situaciones agradables, muy agradables para mí: El olor a pan recien hecho, el olor de los libros ( nuevos y viejos), el holor a hierba mojada y el olor a mar…
    ¡Me encantó tu post! :))

  12. me encanto, la xasa de mi abuela olia a canela… despurs descubri que era elolor de la madera de tea de la que estaba cobsreuida…

  13. Qué pedazo de post!!! Es verdad lo que decís, que los olores nos ayudan a transportarnos en recuerdos a tiempos pasados. Y nunca creería lo fuerte que puede llegar a ser. Por ejemplo, mi ex me regaló un perfume. Un perfume hermoso! Pero el olor de este perfume lo tenía asociado con él así que cuando me dejó, hubo una temporada durante la que no podía ni oler este olor concreto. Enseguida me recordaban a él y los ojos se me llenaban de lágrimas con tan sólo oler este perfume.
    O al contrario: cuando estuve con mi pareja en donde vivía y claro, parte de su esencia se quedó allí conmigo aunque él ya había vuelto a su casa. Cuántas noches he ido corriendo a abrir el armario para buscar allí los pedacitos restantes del olor de mi amado. Hasta que un día había desaparecido…se esfumó…y ya no quedaba. 🙁
    Me ha llamado mucho la atención la asociación del olor a dulce asado/frito (casta?as, gofres) con estaciones de trenes. Pero algo de razón tiene que haber porque aquí es lo mismo. Vivo en un país diferente al vuestro pero aquí en la estación de trenes hay un puesto donde venden almendras envueltas en azúcar y supongo fritas o no sé, el caso es que cuando te las compras, te dan una bolsita de papel…y está calentiiita! Y huele a azúcar y a canela – lo espolvorearían con canela. Así que mi asociación es la misma.
    Y claro, el olor a fiesta / feria! Para mí éste podría ser uno de los olores de mis vacaciones porque en el pueblo de mis papis a finales de julio siempre había una feria y claro, con su «algodón de azúcar» y los dulces y/o salados típicos de mi país. Y mi hermana y yo siempre íbamos allí a divertirnos y a pasárnoslo bien. Eso sí, el algodón de azúcar nos fue permitido cuando ya teníamos previsto irnos a casa porque jajaja no veáis cómo quedábamos después de comer una cosa tan pegajosa jajaja.
    El olor a verano para mí es el olor a césped, a un prado. El olor de las primaveras a flores.
    Sin embargo, el olor a oto?o no me gusta. Para mí era característico por las hojas de un nogal gigante que mis padres tenían en el patio. Y también a manzanas.
    Mi Navidad siempre olía a mandarinas, a manzanas, a pi?a, a kiwi, a plátanos y a naranjas (siempre solíamos comprar mucha fruta que siempre estaba disponible en la sala de estar y en la cocina, desprendiendo ese hermoso olor – y al alcance de la mano). :o) Mi navidad olía a ramitas cogidas del bosque que está a tan sólo unos 300 metros de distancia de la casa de mis padres. Y por supuesto, a dulces navide?os! En mi país no se come turrón pero las familias preparan varios tipos de dulces variados. Son dulces peque?itos y como alguien ya ha escrito aquí, que se ponen en la sala o en la cocina y están allí y siempre que pasas por allí, nunca te resistes. 😀
    Es impresionante ver que al fin y al cabo, todos terminamos describiendo olores típicos para las casas de nuestros abuelos. Será que están arraigados tan profundamente dentro de nosotros. La de mi abuela olía a bizcochos, es lo que más recuerdo. Los domingos siempre solía preparar algún bizcocho típico checo, pero de esos de antes, sabéis, caseros y bien hechos y mi hermanita y yo siempre íbamos allí y nuestra abue siempre nos daba aunque nuestra mami nos re?ía siempre diciéndonos que no comamos eso antes de comer, que luego no comemos lo que ella ha cocinado. 😀 pero por la tarde sí podíamos ir. :o)
    Olores que odio de todo corazón son olor a gas, a amoniaco, a patatas podridas y a hospital. Me dan ganas de vomitar estos olores, puaj!!!
    Olores que amo y que soy adicta a ellos son el olor a canela y a coco! y un poco a almendra también. Estos sí me vuelven loca! Y también, com ha sido mencionado aquí también, me encanta el olor a cerillas encendidas (y el sonido me vuelve loca más todavía) y me encanta el olor que desprende una vela cuando se apaga soplándola, por ejemplo en una fiesta de cumplea?os. Será por eso, que me recuerda mi cumple. 🙂 Y también me encanta, aunque no lo soportaría mucho tiempo, es el olor al carboncillo que se le pone a la sheesha. Me refiero a ese que se enciende automáticamente, no a los que se tienen que ir calentando mucho tiempo en un hornillo. Estas «automáticas» es que contienen algún químico que ayuda a que se encienda entero. Y eso es lo que me encanta! Lo que sí, es un olor algo agresivo y creo que no lo aguantaría mucho tiempo.
    …eh…y se supone que esto es un comentario, no un post entero… 😀 perdonadme por extenderme tanto pero me dejé llevar… Espero me perdonéis y que entendáis mi castellano horroroso. :o)
    PD: Ahora se me ocurre darle al coco y pensar: A qué huele mi país?
    A ver si en una próxima ocasión os lo cuento – si es que se me ocurre algo.
    Saluditos!

  14. OLORES DE NIÑEZ
    Olor a puchero en un patio de vecinos de la calle Polifemo a mediados de los sesenta.
    Olor a pan negro con aceite y azúcar de merienda improvisada.
    Olor a frescor de geranios recién regados.
    Olor a chuchería variada en el quiosco de Juanito.
    Olor a cera e incienso de misa de ocho al pasar junto a la Iglesia de San Fernando.
    Olor a juncos y a jeringos en la churrería de Matilde.
    Olor a retales de tela a pagar en largos plazos en Galerías Marín.
    Olor a partida de ajedrez a la sombra del Bar Peña.
    Olor a vainilla de goma de borrar, y a tinta china junto al colegio Ntra. Sra. de la Fuensanta. Dulce olor a caramelo y chocolate de la fábrica de Capuchinos.
    Olor a humareda de máquina de tren a su paso cansino por la Acera Tomás de San Martín dirección Almorchón.
    Olor a higo chumbo, a moñas de jazmín, y a palodul a la puerta del cine de verano “España”, en mi Huerta de la Reina.
    Penetrante olor a tabaco, mezclado con colonia barata, junto a la diminuta ventanilla a modo de taquilla, mientras señores con sombrero, soldados de uniforme, y parejas de enamorados, esperaban su turno. Y en el interior del cine, olor a albero mojado, a aneas de viejas sillas de madera, y a gaseosa Pitusa en el ambigú.
    Olor a jornalero, al entrar en la taberna “El Tani”, donde aguardaba mi padre. Olor a serrín esparcido, a manoseadas fichas de dominó, a intenso humo de cigarrillo negro sin boquilla, a vapores de buen vino cordobés.
    ¡Llegué a oler, hasta aquel letrero tras el mostrador, que advertía con blancas letras de tiza: “Se prohíbe el cante y escupir en el suelo”, junto al mítico cartel en sepia intenso de Manolete en Linares!
    ¡Olores que te acompañan de por vida!
    ¡Olores de niñez!

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